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El Pais y El Mundo

El tremendo sufrimiento del hombre árbol

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A Abdul Bajandar la mala suerte le pesa exactamente seis kilos. Eso, en verrugas y protuberancias, es un mundo. El joven de 26 años comenzó a notarlas hace diez y pensó que no serían dañinas. Pero le han ido ocupando las manos, los pies, las piernas y casi la vida entera. Fueron tomando el espacio de su autoestima, de su trabajo, de las posibilidades de tener una familia y ahora están a punto de pararle el corazón. Le llaman ‘El hombre árbol’ y el ministro de Sanidad de Bangladesh acaba de anunciar que el estado le va a pagar una complejísima operación para devolverle la vida.

La pesadilla de Abdul se llama epidermodisplasia verruciforme o enfermedad de Lewndowsky-Lutz, que fueron los primeros dermatólogos que identificaron la patología a principios del siglo pasado. Entonces comenzaron a ver a pacientes a los que les comían las manos y los pies verrugas descomunales que terminaban por cubrir el cuerpo entero provocándoles la muerte. Hoy la ciencia ha averiguado que esta enfermedad tiene su origen en la mutación de un gen del cromosoma 17 que convierte a las personas que la sufren en muy vulnerables al virus del papiloma humano. Este produce en los individuos sanos pequeñas infecciones sin importancia, pero en los ‘hombres árbol’ genera deformidades monstruosas. La ciencia ha explicado lo que ocurre a los pacientes pero no ha podido hacer más por ellos. El desarrollo de verrugas es degenerativo y no tiene cura. La falta de glóbulos blancos en estas personas dificulta la lucha contra el virus, que ‘secuestra’ las células de la piel y que produce cantidades ingentes de queratina, la misma proteína de la que están hechas las uñas y el pelo.

Abdul comenzó su calvario hace una década y en ese tiempo cada vez fue quedándose más recluido en casa y la casa fue llenándose de cientos de personas que querían ver al ‘hombre árbol’ como le llamaban. Sintió esa crueldad, las miradas de asco y supo que tenía que hacer algo, así que viajó a India para operarse, pero había perdido su trabajo como conductor de bicitaxis en la aldea de Khulna, en Bangladesh, y no podía hacerse cargo de la factura. Fue ese mismo morbo el que lo salvó. La agencia AFP publicó su historia que está recorriendo el mundo y, gracias a esa visibilidad, el gobierno de Bangladesh ha decidido hacerse cargo de los gastos de su tratamiento médico. Los familiares que lo cuidan han advertido a la prensa que Abdul necesita ayuda para todas las tareas diarias, «desde alimentarse hasta ir al baño» y que además sufre terribles dolores cuando mueve sus miembros. Su doctora ha explicado que Abdul incluso intentó cortarse él mismo las raíces, pero que tuvo que parar porque le resultaba extremadamente doloroso.

Los médicos saben que retirar los seis kilos de verrugas que tiran de sus brazos y dañan hasta sus huesos va a resultar una tarea complicada. En el hospital universitario de Daca, la capital de Bangladesh, un equipo de seis doctores de diferentes especialidades van a estudiar durante semanas las posibilidades quirúrgicas de retirar toda esa masa de queratina y provocar las menores lesiones posibles a Abdul, que sigue siendo el centro de atención. Su hermana ha explicado que decenas de curiosos se acercan continuamente a la habitación para ver su aspecto. Es una estrella fea.

Desgraciadamente, la suya es una carrera perdida de antemano. Los doctores saben que las verrugas seguirán creciendo y que tarde o temprano volverá a la casilla de salida. También saben que si no hacen nada, la enfermedad (que afecta solo a tres personas en todo el mundo) terminará por apagar su vida.

El caso de Dede Koswara, un indonesio de 42 años ha sido quizás el más llamativo, el que puso el asunto en el mapa de los medios. En 2007 apareció en los misterios médicos de la cadena norteamericana ABC y su imagen dio la vuelta al mundo, al igual que la de Abdul. Koswara vivía entonces agazapado en su casa, acosado por los curiosos y las penurias económicas de una familia con una hija y sin la manera de sobrevivir económicamente. En 2008 consiguió operarse, pero las verrugas volvieron a crecer y pronto regresaron los kilos de piel muerta. En 2011 se sometió a una nueva intervención. El pasado 30 de enero, falleció. Estaba recluido en su casa, tenía todo el cuerpo cubierto de verrugas, había desarrollado hepatitis y ya no podía ni hablar.

Fuente: www.ideal.es

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