Crió con mucho sacrificio a sus hijos. Toda su vida estuvo alquilando. Iba de un lado a otro.
Hace 14 años atrás se inscribió para poder tener un techo digno, esperaba respuestas, vio pasar gestiones y un día un llamado llegó.
Con sus ojos llorosos manifestó: «Fue una mirada al cielo. Alegría. Inexplicable. Iba a tener mi propia casa».
Siempre extraña a sus hijos y nietos. Los recuerda con amor y espera que pronto esta pandemia pase, así pueden llenar de risas ese hogar. Espera decirles ansiosamente a sus clientas de la peluquería que tendrán que ir atenderse a su propia casa.
Con la mirada al cielo manifestaba: «Yo siempre tuve mucha fe en Dios. Trabajé toda mi vida. Sabía que lo merecida. Acá estoy para vivir mi último tiempo de vida y disfrutarla.